Durante mucho tiempo el lujo fue sinónimo de la ostentación de ciertas clases sociales. Siempre se ha definido en términos materiales, pero hoy ese concepto ha cambiado y tiene más que ver con una forma de ver la vida. El lujo es más una experiencia, un estado de la mente; es tener tiempo para disfrutar de la familia
y los amigos o, sencillamente, la posibilidad de desconectar durante un rato. A mi parecer, en la actualidad el máximo lujo es desenchufar el móvil, lograr evadirse del e-mail y de las llamadas telefónicas que constantemente nos acechan y ponerte a leer un buen libro mientras bebes una taza de delicioso café recién hecho. Un lujo es el silencio en un mundo lleno de ruido, es espacio en una ciudad de aglomeraciones.
En esta época en que vivimos, sufrimos de la mala utilización del tiempo y esto se debe a que estamos en una cultura que no lo usa, sino que abusa de él. Hacemos demasiadas cosas, no tenemos momentos de calma para asimilarlas y, de esta forma, pasamos por la vida volando. No hay peor cosa que pasar por la vida y no vivir, por lo que el tiempo será el lujo del futuro.
En ocasiones sentimos que algo nos falta, nos sentimos incompletos, y ese algo es la lentitud, la pausa; necesitamos vivir la vida y disfrutarla en vez de convertirla en una carrera a contrarreloj. Pero tener tiempo para estar a solas con uno mismo, a solas con tus pensamientos, muchas veces parece algo inalcanzable, ya que en esta sociedad moderna la prisa lo domina todo, siempre tenemos algo que hacer. El lujo será encontrar ese momento para relajarnos, para evadirnos de todo y disfrutar de la tranquilidad, para poder, simplemente, disfrutar de un bonito atardecer.
Por otra parte, conocer gente interesante también puede considerarse un lujo, y mucho más accesible de lo que la gente suele pensar. Cuando se habla de personas fascinantes, tendemos a pensar en personajes famosos, que hayan realizado grandes hazañas históricas, con los que probablemente nunca llegaremos a coincidir. Pero no me refiero a eso, sino a valorar a aquellos que te rodean cada día y escucharles, porque de esta forma tal vez descubras que sus vidas anónimas son mucho más atractivas de lo que jamás llegaste a imaginar. Este es un error en el que incurrimos a diario con nuestros mayores, no los escuchamos; y el relato de sus vidas, aunque a veces pensemos lo contrario, puede resultar mágico. La sabiduría que acumula la experiencia de toda una vida es algo inestimable que debemos apreciar ahora, puesto que llegará un momento en que sus consejos y sus relatos ya no estarán a nuestro alcance. Mientras que si los valoras hoy, si los escuchas, te acompañarán toda la vida en tus recuerdos, allá a donde vayas: este sí que es un lujo que no tiene precio.
En definitiva, el verdadero lujo se halla en las cosas simples de la vida: divertirnos y pasarlo bien son unos de los mayores placeres que podemos permitirnos desde siempre, dibujar una sonrisa es muy fácil y está al alcance de todos; no olvidemos que los adultos también pueden jugar, no es sólo cosa de niños. Además, ser curiosos y estar abiertos a aprender cosas nuevas no tiene edad; es una buena filosofía de vida que todos deberíamos seguir.
Para mi un lujo es una mañana de domingo en la que al abrir los ojos vea a esa persona tan especial a mi lado placidamente dormido y acariciarle en pelo, eso si que es un momento mágico y lleno de felicidad.
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